martes, 14 de octubre de 2008

LA CONSTRUCCIÓN DE LA IDENTIDAD DE GÉNERO FEMENINA Y MASCULINA


Nuestra presentación de la semana pasada

1. TEMÁTICA: LA CONSTRUCCIÓN DE LA IDENTIDAD DE GÉNERO FEMENINA Y MASCULINA

2.1Conceptos básicos

Sexo
La sexóloga mexicana Esther Corona, citada por Valerio, E. (1998: p.6) llama sexo "al conjunto de características y funciones de orden biológico que coloca a los individuos de una especie en un lugar de un continuo que tiene como extremos a individuos reproductivamente com­plementarios; en otras palabras, aquellos atributos biológicos que caracterizan al macho y a la hembra."
Por tanto, el sexo hace referencia a la condición biológica y a las características físicas que diferencian a hombres y mujeres.

Identidad sexual
Al respecto, Cerutti (1995) citado por Valverde, O. y otros (2002: p.286) define la identidad sexual como “la parte de la identidad total del individuo que posibilita a cada persona reconocerse, asumirse y actuar como un ser sexual y sexuado”.
Por tanto, la identidad sexual se refiere a la convicción y aceptación de ser hombre o mujer.

Género
El término género, según la Fundación Promotora de la Vivienda (2003: p. 15) es “la construcción cultural y social que se elabora a partir de las diferentes características sexuales de los individuos, de aquí surge la división de lo masculino y lo femenino”.
De este modo, el género hace referencia a los aspectos psicológicos, sociales y culturales que se adjudican a las personas y apunta a los procesos de socialización de la masculinidad y feminidad, que se llevan a cabo en hombres y mujeres.

Identidad de género
Se refiere de acuerdo con Valverde, O. y otros (2002: p.286) a “la forma en que la persona, mujer u hombre, incorpora en sí misma las demandas sociales que se hacen según el género”.
Por lo tanto, la identidad de género es asignada y aprendida culturalmente por la persona. Resulta de suma importancia para los seres humanos porque constituye uno de los fundamentos de la identidad personal.

Roles de género
Los roles de género son todas aquellas demandas que la sociedad hace a partir de la feminidad y la masculinidad. Es decir, la forma en que se supone la persona debe actuar, pensar y sentir de acuerdo alas características otorgadas a cada uno de los géneros. Valverde, O. y otros (2002: p.290).
Así, los roles de género se refieren a cómo actúa una persona durante su vida cotidiana y reflejan la idea de la sociedad relativa a cómo se deben comportar y tratar a los niños, niñas, adolescentes, hombres y mujeres.

2.2. Socialización de género
El proceso de socialización de género, de acuerdo con la Fundación Promotora de la Vivienda (2003: p. 15) es “el proceso por medio del cual los grupos sociales trans­miten, enseñan y construyen culturalmente el ser hombres o ser mujeres; a través de múltiples medios que actúan simultáneamente y se refuerzan entre sí”.
Este proceso “se construye determinando, condicionado e inculcando lo que debemos sentir, hacer, pensar e incluso imaginar, de acuerdo con nuestro género”. Valverde, O. y otros (2002: p.289).
Por esta razón las personas son socializadas de manera diferente según sean hombres o mujeres.
De acuerdo con Alfaro, M. C. (1999) el orden desigual entre mujeres y hombres que construye nuestra identidad ya estaba estructurado al nacer, y por tanto, ser hombre o ser mujer concede una posición social de superioridad o inferioridad, que es aprendida desde niños y niñas.
Asimismo, “la socialización de género proseguirá a lo largo de la vida de toda persona, teniendo lugar en los espacios como la familia, la religión, la educación, los medios de comunicación, el derecho y otros”. Briceño y Chacón, (2001) citados por la Fundación Promotora de la Vivienda (2003: p. 16).
Un ejemplo de esta socialización de género lo exponen Briceño y Chacón, citados por la Fundación Promotora de la Vivienda (2003)

Al nacer si es niño su ropa será de color celeste y si es niña su ropa será de color rosado. Los juguetes serán carritos y pistolas para el niño, muñecas y trastitos para las niñas; en ambos casos remedos de las funciones u objetos usados por los hombres y mujeres adultos (as); esto se constituye, en una especie de entrenamiento para el futuro. (p. 16).

Lo expuesto anteriormente refleja la importancia de la familia como un agente socializador con respecto al género. De este modo, en las familias existen roles específicos claramente determinados acerca de lo que debe hacer el padre y lo que le corresponde a la madre, especialmente en la que respecta a la educación de los hijos e hijas.

1.3. La construcción de la identidad femenina
De acuerdo con Abarca, F. (2005) las mujeres viven una infinidad de mandatos sociales que directamente o a través de una serie de mitos sociales definen quiénes deben ser y qué lugar deben ocupar en este sistema cultural patriarcal, por el hecho de ser mujeres. Todas las mujeres comparten una condición de género aprendida social y culturalmente.

Se pueden distinguir los siguientes mandatos sociales en relación con la construcción de la identidad femenina

Ser para otros, sustento de otros
Como expresa Abarca, F. (2005: p. 41) “la identidad de las mujeres está construida en la dependencia hacia otros/as: ¿Quién soy? Soy los otros(as), si los otros me miran existo, si soy de y para otros(as), si mi vida la dedico para cuidarlos, para hacerles bien me reconocerán, me amarán”.
De este modo se aprecia como el género existe a través de los otros(as). Las mujeres se sienten, se piensan, se representan en relación a los demás no en relación a sí mismas.
Para Abarca, F. (2005) las mujeres han sido construidas con una personalidad dedicada a nutrir, comprender, proteger y sostener a lo y las demás.
Con respecto a ello, la sociedad siempre asigna a las mujeres roles que hacen referencia al cuidado y protección de otras personas, reflejándose principalmente en el cuido de los hijos e hijas y en las profesiones que tradicionalmente se han considerado de mujeres como la educación.

La dependencia vital
Abarca, F. (2005: p. 42) señala con respecto a la dependencia vital que

Un importante elemento estructurador de la identidad asignada a las mujeres es la dependencia como hecho vital. Es decir, se ha educado a las mujeres para tener la certeza que si no están los demás a su lado no serán capaces de vivir. Pensarse separadas, individualizadas de los demás, no solo puede generar conflictos, las hace entrar en verdaderas crisis de identidad. Si no están pegadas, confundidas con otros/as sienten que no son nadie, que se encuentran en el más profundo vacío.

Con respecto a lo anterior, la sociedad ha educado a las mujeres haciendo creer que no son capaces de solucionar ni de decidir por sí mismas y que necesitan de otra persona a su lado para solucionar dichas situaciones.
De acuerdo con Abarca, F. (2005: p. 42) “se le ha dicho a las mujeres por siglos que intimidad es lo mismo que confusión, se les ha enseñado a confundir amor con fusión, se les ha enseñado a confundir amor con aprobación y ver en las relaciones con los demás la única fuente de autoestima. Es con este aprendizaje que somos capaces de mantener relaciones a expensas de nosotras mismas”.
Esto tiene que ver con la idea de que las mujeres no pueden lograr la felicidad si no es con la unión de otros u otras. Esto genera que la mujer se relegue a sí misma al último lugar y se le pide que sea para los hijos e hijas y para su esposo, renunciando a sus aspiraciones personales y laborales.

Entre la omnipotencia y la impotencia
La Dra. Lagarde, citada por Abarca, F. (2005: p. 43) declara en relación con la omnipotencia

A las mujeres se les enseña a sentir que son omnipotentes, que son capaces de "mover montañas" cuando hay que apoyar, cuidar, arreglar, proteger, sostener y rescatar a otros/as. Todo lo podemos por los padres, por los hijos/as, por la niñez abandonada, por los/as desaparecidos/as, son expresiones que van construyendo sentimientos y pensamientos de que nada las detiene si es para lograr el bienestar de los demás.

Asimismo, Abarca, F. (2005: p. 44) añade que “la omnipotencia es la que posibilita a las mujeres encontrar excesivas estrategias para sostener a los otros; las estimula a estar alertas, ágiles y creativas para resolver lo que se presente”.
Al respecto, la sociedad asigna a las mujeres el papel de personas que siempre están pendientes de los otros(as), de las necesidades de los y las demás sin tener presentes sus propias necesidades y aspiraciones. Se las educa para dirigir toda su fuerza y energía hacia el cuidado de otros(as).
Con relación a la impotencia Abarca, F. (2005: p. 45) señala que “las mujeres que crecen en este sistema cultural lo hacen ocupando una posición subordinada que les hace internalizar una autoidentidad inferiorizada, minimizada y desvalorizada cuando de sí mismas se trata, construyéndose pensamientos, representaciones y afectos en cada una de las mujeres que las convencen deque son insuficientes e impotentes para encontrar salidas a sus intereses, iniciativas y necesidades”.
De este modo, durante la socialización las mujeres se enfrentan a mensajes y mandatos sociales que afirman que las mujeres no son capaces de hacer tal cosa o que no se arriesgue hacer eso porque no lo va a lograr. Estos mensajes van modelando y construyendo una imagen de la mujer como incompetente, torpe e incapaz.

Entre el miedo y la culpa

Abarca, F. (2005: p. 46) indica que “las mujeres crecen desde niñas rodeadas de mensajes que hablan de un mundo inseguro que no hay que explorar, siendo bastantes los mensajes que les enseñan a las niñas y a las mujeres adultas directa o indirectamente que viven en un mundo que no son capaces de controlar, sobre el que no tienen ningún poder, porque está lleno de fuerzas y personajes más fuertes que ellas (lo masculino)”.
Lo anterior se relaciona directamente con los miedos y temores de las mujeres a no ser capaces de enfrentar el mundo y el miedo a perder el amor y el cariño de los otros y otras si se dedican a pensar en sus intereses y necesidades, descuidando a los y las demás.
Igualmente, Abarca, F. (2005: p. 46) afirma que “cualquier niña o mujer que transgreda la imagen idealizada y definida por los mandatos sociales, quien rebase el espacio tradicional, estará condenada a "estar fuera de lo normal", a ser sancionada por eso y condenada a ser excluida y abandonada”.
Esta condena que la misma sociedad perpetua hace que las mujeres acepten con facilidad estos mandatos y que prefieran no hacer ningún cambio en sus vidas ni a pensar en sí mismas y para sí mismas.
1.4. La construcción de la identidad masculina

La masculinidad
De acuerdo con Benno de Keijzer (1995), citado por la Fundación Promotora de la Vivienda (2003: p. 20) la masculinidad se define como “conjunto de atributos, valores, funciones y conductas que se suponen esenciales al varón en una cultura determinada, donde existe un modelo hegemónico de masculinidad visto como un esquema cul­turalmente construido, en donde se presenta al varón como esencialmente dominante, que sirve para discriminar y subordinar a la mujer y a otros hombres que no se adaptan a este modelo".
Con respecto a lo anterior, se afirma que la masculinidad es algo construido social y culturalmente a lo largo de la vida de la persona, donde el hombre tiene el poder y el dominio sobre la mujer.
Básicamente, la identidad masculina, según Briceño y Chacón (2001) citados por la Fundación Promotora de la Vivienda (2003: p. 20), “se construye por exclusión y por negación, los hombres tienen que vivir excluyendo, desterrando todo aquello que parezca femenino; a la vez, tienen que vivir negando todos los sentimientos, actitudes y emociones que evoquen debilidad”.
De este modo, los hombres van a construir su identidad de género alejándose de aquellas características que socialmente le han sido asignadas al género femenino, para evitar ser sancionado por tener características que no se corresponden con lo masculino.
Se pueden distinguir algunas características de la identidad masculina

La necesidad demostrativa
De acuerdo con Abarca, F. (2005), los hombres siempre tienen que estar demostrando que lo son, tienen la necesidad de ello y además los demás tienen que ser testigos de su hombría y masculinidad.

La realización de hazañas
Al respecto Abarca, F. (2005: p. 49) señala que

Para el hombre su identidad se asienta en lo que hace. Lo que hacen los hombres siempre son hazañas. Sus acciones siempre son entendidas como tales. El hacer hazañas se convierte así en un deber ser, es obligatorio, es parte de la identidad asignada. ¿Qué es ser hombre? Es hacer hazañas en el mundo y tener testigos para eso, para que le testifiquen lo que hacen.

Así, el hombre considera que todo lo que él hace son proezas que todo el mundo debe conocer para dar evidencias claras de su hombría.

La dependencia vital
Como expresa Abarca, F. (2005: p. 49) “para el desarrollo de una identidad, los hombres requieren de otros que los reconozcan, de otros que no estén en la posición de hazaña”.
De este modo, el hombre se encuentra en una situación de dependencia con respecto a otras personas, ya que necesitan que se les reconozca socialmente la proeza realizada y le refuercen su identidad como hombre.

El poder
Otro elemento importante de la masculinidad es el acceso al poder. Como expresa Abarca, F. (2005: p. 49)

Los hombres son dueños del poder y del conocimiento. Su ser es el poder. Por esta razón renunciar al poder es un problema identitario porque el poder los constituye. Poder significa dominar, controlar, premiar, castigar, organizar, culpabilizar, saber perdonar, ser para sí, excluir. El poder está en los pensamientos, representaciones y afectos de los hombres. El poder es además una característica de la subjetividad, de la percepción global del mundo. Tienen el deber de ser poderosos.
Al respecto, el poder es parte de la identidad del hombre, ya que si este no tiene poder, dominio o control se aleja de lo que socialmente se espera de él como hombre.

La complicidad
Este aspecto de la masculinidad es el rector de todas las relaciones entre los hombres. De acuerdo con Abarca, F. (2005: p. 50) la complicidad

Es un principio estratégico del patriarcado: ser hombre es ser pactante. Quien protagoniza pacta. Tiene el poder de establecer normas. Cuando pactan están fundando normativamente al mundo. Las mujeres no son pactantes, no entran en la negociación masculina. Él sabe que su semejante hombre tiene poderes y tiene que pactar con él; no es un subordinado. Ellos son equivalentes, poderosos.

La identidad sexual masculina
La sexualidad es primordial en la definición de la identidad masculina. Al respecto, Abarca, F. (2005: p. 50) afirma que “la sexualidad es para los hombres un espacio de virilidad y es también un espacio de apropiación de las mujeres por la vía erótica e incluso de otros sujetos ligados a ella: los hijos, las familias de las mujeres”.
De este modo, la sexualidad en el hombre se convierte en un espacio de dominio y control sobre los débiles, las mujeres, los niños y las niñas y es un espacio privilegiado para demostrar su identidad masculina.

a. Implicaciones de ser hombre o mujer: cómo inciden el género y los roles e identidades genéricas en la vida de las personas

De acuerdo con Valverde, O. y otros (2002: p.290) es importante “partir de la sociedad patriarcal en donde a lo largo de la historia se ha vivido un ejercicio del poder desigual entre las mujeres y los hombres, otorgando al género masculino superioridad y amplias posibilidades para asumir una actitud activa con respecto a su propia vida, mientras que al género femenino se le ha relegado a la inferioridad, a la sumisión y a la pasividad”.
Respecto a lo anterior, esta relación de poder del género masculino sobre el femenino perpetuada por la sociedad patriarcal ha tenido consecuencias tanto positivas como negativas para ambos géneros, aunque siempre desde la superioridad de lo masculino.
Asimismo, como expresa Valverde, O. y otros (2002: p.290) “estas situaciones, han llevado a que se mantenga una relación desigual entre los géneros, es decir, una inequidad”.
Al respecto, esta inequidad de géneros se refiere principalmente al logro de una igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, donde cada género se enriquezca del otro.
Según Alfaro, M. C. (1999: p. 11) “la construcción de géneros determina la subordinación de uno de ellos, el femenino, frente al dominio y poder del otro género, el masculino; de esta manera, el mandato social potencia el desarrollo de ciertas características en el género femenino y de otras para el masculino, pero se le atribuye una mayor valoración al género masculino que al femenino”.
Así, la construcción de géneros en nuestras sociedades hace que las características asignadas a los hombres sean mejor valoradas que las características de las mujeres.

2 comentarios:

Betty dijo...

Merce me gusta mucho tu blog, está muy lindo y muy llamativo, las imágenes que le agregaste tienen colores muy bonitos. La felicito por esto y por la exposición tan buena acerca del tema de género.

Unknown dijo...

Muchas gracias por reunir tantos conceptos básicos e imprescindibles en relación a la igualdad de oportunidades. Es necesario dar a conocer este tipo de información que lamentablemente la mayoría de la población desconoce.
Nuevamente gracias